
Soledad
Las grandes ciudades están llenas de
solitarios. Crece el número de viviendas ocupadas por una sola persona y el
trato físico se sustituye por las relaciones a distancia, por Internet. Es una
epidemia que va en aumento.
La soledad de las grandes ciudades, el
hiperindividualismo, la muchedumbre solitaria, las mónadas sociales, fueron
temas relevantes en la segunda mitad del siglo XX, pero apenas se habla ya de
ello. Los individuos no se han entrañado ni abrazado más entre sí, pero
electrónicamente se han comunicado de tal modo que el fenómeno de la
interconexión parece haber acallado las inquietudes o las voces del
aislamiento.
Dependemos siempre de la imagen
proyectada en los demás,y
la apariencia de nuestra identidad se enreda con nuestras artes de engaño.
Nuestro diseño, en fin, se encuentra más en nuestras manos a través del
atrezzo, el nickname, el avatar, los juegos del sexo y la edad u otros recursos
para hacer varios personajes de la persona y versiones de lo real.
"El prójimo es siempre insustituible para
poder ser algo, pero la proporción que de su efectiva sustancia se necesita
para esbozar nuestro perfil social puede sustituirse, en parte, por nuestra
habilidad para fingir en la pantalla, travestirse en la Red y recrearse en el nuevo
espacio virtual, inconcebible hasta ahora". V Verdú
El hacinamiento nos mata, y bastaría la excesiva proximidad para enfermarnos.
Estamos
solos y más solos que la una , pobres o ricos, sanos o enfermos. Proust escribía: “Nos comunica alguien su enfermedad o su revés
económico, lo escuchamos, lo compadecemos, tratamos de reconfortarle y volvemos
a nuestros asuntos. ¡Qué solas estamos las personas!”.
Los resultados sugieren que el aislamiento social produce una sobreexpresión de los genes ligados a la inflamación, mientras que la respuesta antiviral y la producción de anticuerpos se ven mermadas. La investigación es la primera que explica desde un punto de vista molecular por qué el aislamiento social está normalmente ligado a un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, infecciones virales y cáncer. “Hemos comprobado que lo que cuenta a nivel genético no es a cuántas personas conoces, si no a cuántas sientes realmente cerca”, matiza Steve Cole.
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