martes, 8 de octubre de 2013

H. ECO



Los chistes y las frases de Umberto  ECO
Un empresario extrañado de que uno de sus operarios se vaya cada día a la una en punto de la tarde para regresar, siempre, a las tres en punto, dos horas más tarde. El empresario dispone que otro de sus empleados le vigile y le informe. Este hombre se va cada día a la una, se compra una botella de champán, se va a su casa y se entretiene con su mujer?. ?Pero?, exclama el empresario, ?¿y no podría entretenerse por la noche, como todo el mundo??. Después de muchas idas y venidas, el investigador le explica a su jefe: ?Quizá usted lo entienda si me deja tratarle de tú?.
La juventud es como ese anciano que va al urólogo porque se orina encima y el urólogo le receta una especie de tranquilizante. Al cabo de un mes vuelve el viejo a la consulta y le explica al médico que está curado. ?¿Curado??, pregunta el médico, ?o sea, que ya no se orina encima?. ?Sí, me sigo orinando encima, pero ahora me da completamente igual?. 
Y así es la juventud, lo está pasando igual de mal que siempre, no sabe adónde ir, pero ahora le da completamente igual?.
Creo que la vida sirve sólo para recordar la propia infancia. Algo muy hermoso que ocurre al envejecer es que se recuerdan un montón de cosas de la infancia que estaban olvidadas.
Quiero decir que mi relación con los estudiantes siempre ha sido una relación de aprendizaje, porque enseñándoles aprendo yo también. En mis novelas, siempre hay una relación entre un joven y un maestro más anciano.
La verdadera felicidad es la inquietud. Ir de caza, no matar al pájaro.
ECO y los clásicos
"La lectura de los clásicos -dijo- es siempre fundamental, porque nuestro modo de pensar ha sido determinado por ellos. Es el secreto del retorno a los orígenes: para entender por qué pensamos las cosas de este modo. Por eso, yo no acepto algunas tendencias de Estados Unidos que pretenden destruir este canal. Si se es negro -dicen-, no hay que estudiar a Shakespeare. No: si uno es africano, debe estudiar también las tradiciones africanas. Pero hay que estudiar además a Shakespeare, porque si se nace en Norteamérica, el modo de pensar está determinado por Shakespeare. Hay que descubrir eso y el porqué. Ese es el punto. La lectura de los clásicos es el eterno retorno al vientre materno. Es lo mínimo con lo que hay que empezar".

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