
ARDI
Era hembra, medía 120 centímetros,
pesaba unos 50
kilogramos y vivió en la famosa región de Afar en
Etiopía hace 4,4 millones de años. Ardi, que es como la han bautizado, es el
ejemplar más completo encontrado del antepasado más antiguo de los seres
humanos, el Ardipithecus ramidus, que ha tardado 17 años en ser
presentado oficialmente en sociedad. Ahora lo hace con la pompa correspondiente
al hallazgo de toda una generación en paleoantropología.
La revista Science le dedica un
número especial a los estudios realizados por 11 equipos internacionales de
todos los aspectos del Ardipithecus ramidus, sobre la base de 110
fósiles. Tanto en Etiopía como en Estados Unidos han presentado a Ardi y sus
congéneres, cuyos restos fósiles han sido excavados pacientemente en un terreno
sumamente difícil por el equipo dirigido por el estadounidense Tim White.
El nuevo homínido significa un salto
hacia atrás de más de un millón de años en el conocimiento de la estirpe del
ser humano y, a pesar del completo estudio ahora presentado (antes sólo se
conocían unos pocos fósiles), las discusiones sobre cómo vivía, si
verdaderamente andaba erguido y lo que representó en la evolución humana no han
hecho más que empezar.
Hasta ahora eran los australopitecos
—representados sobre todo por la famosa Lucy, que vivió hace 3,2 millones de
años y fue hallada en 1974—, los antepasados más antiguos conocidos del hombre.
Lucy demostró que los homínidos empezaron a andar erguidos antes de que
aumentara el tamaño del cerebro, y los científicos, a partir de entonces, se
empezaron a preguntar que pasó antes. ¿Andarían erguidos ya los antepasados de
Lucy o se apoyarían sobre los nudillos y se colgarían de las ramas de los
árboles como los chimpancés?
Se cree que el ultimo antepasado común
compartido por humanos, chimpancés, gorilas y bonobos vivió hace seis o más
millones de años. Aunque el Ardipithecus ramidus no lo sea,
probablemente compartió varias de las características de este antepasado,
señalan los científicos. Del análisis de los fósiles han deducido que se movía
por los árboles a cuatro patas pero andaba erguido sobre el suelo. Nuría García
(Universidad Complutense) es el único científico español que ha participado en
los estudios, centrándose en la fauna del ambiente, boscoso, en que vivió el Ardipithecus
ramidus hace 4,4 millones de años.
El ejemplar Ardi tiene las manos
prácticamente completas, lo que significa un tesoro para los paleontólogos. Sus
muñecas indican que podía subirse a los árboles pero no lo hacía con la soltura
de los actuales monos. Por eso, los chimpancés, por ejemplo, ya no se pueden
considerar indicativos de cómo era el antepasado común, ya que debieron de
evolucionar después de separarse del ancestro común. Además, la manos del Ardipithecus
ramidus eran ya relativamente diestras para manejar objetos.
En cuanto al cerebro del nuevo
antepasado, es pequeño, como el de los chimpancés actuales. Además, parece
haber poca diferencia de tamaño total entre machos y hembras, y el cráneo y los
dientes indican que tenía una cara pequeña y que era poco agresivo socialmente.
Este último rasgo se deduce, curiosamente, de la ausencia de un canino
protuberante y afilado en los machos. Esto sugiere que los conflictos entre
machos eran menos frecuentes que en otros primates como los chimpancés y los
gorilas, explica otro investigador, C. Owen Lovejoy, de la Universidad de Kent.
"En el Ardipithecus ramidus
tenemos una forma no especializada que no ha evolucionado mucho en la dirección
del Australopithecus, por lo que, cuando vas de la cabeza a los dedos
del pie, lo que ves es una criatura mosaico, que no es ni chimpancé ni humano.
Es el Ardipithecus", dice Tim White, de la Universidad de
California en Berkeley.
"Darwin fue muy sabio a este
respecto", añade White. "Dijo que tenemos que ser muy cuidadosos. La
única forma de saber realmente a quién se parece este último antepasado común
es ir y encontrarlo. Bien, pues de hace 4,4 millones de años encontramos algo
bastante cercano. Y, tal y como Darwin entendió, la evolución de los linajes de
los simios y el linaje humano ha avanzado independientemente desde la época en
que esas líneas se separaron, desde el último antepasado común que
compartimos".
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