
A pesar de lo que muchos creen, el cerebro no está diseñado para centrarse en dos cosas al mismo tiempo, por lo que los magos se aprovechan de esto. Nuestro cerebro se centra en algo a partir de la teoría del movimiento, en la que la cosa importante es como si la iluminamos con un foco, y el resto lo dejáramos en oscuridad. Esto permite a los magos que lleven nuestra atención a un punto, y hagan otras cosas en el resto del campo, ya que para nuestro cerebro no está pasando nada.
También aprovechan el efecto desinformación, que significa que la información que se nos da después de un evento altera nuestra percepción del mismo, haciendo más posible realizar el truco completo.

En otros trucos, por su parte, se aprovecha el marco de memoria-predicción del cerebro, por el cual nuestra mente deja de prestar atención a algo si ya ha pasado otras veces y cree que va a volver a suceder así. Por ejemplo, si cubrimos una pelota con una taza, y luego sacamos la taza, lógicamente va a seguir la pelota ahí, pero si no lo vemos quedamos consternados.
Muchas veces se aprovechan del libre albedrío, haciéndonos elegir una carta “al azar” pero haciendo algún gesto físico o mental que nos hace elegir la carta que él quiere. Sin embargo, nuestro cerebro cree que, efectivamente, fue él quien eligió.
Uno de los trucos de magia más conocidos es el de la mujer partida al medio, y aunque es muy antiguo y todos sabemos que en verdad son dos mujeres, nuestro cerebro insiste en que es una. ¿Por qué? Porque le encanta la continuidad, por lo que si ve una cabeza y unas piernas, él imagina un torso sí o sí.
Por otra parte, nuestro cerebro está creado para no notar los pequeños cambios que no nos van a afectar en nada, algo muy aprovechado en los trucos de magia. Los magos también se aprovechan de la disonancia cognitiva, una excusa que tiene el cerebro para racionalizar lo que sucede incluso si va en contra de lo que pensamos o sentimos. Los magos presentan una realidad que es diferente a la que estamos acostumbrados, y en un punto el cerebro no puede racionalizar los eventos.

Nuestro cerebro está dividido en zonas, a grandes rasgos podemos decir que a cada una le corresponde una función vital diferente. La parte más grande e importante es la que se denomina cerebro fuerte, al cual le corresponden las funciones cognitivas superiores; al cerebelo le corresponden las funciones motoras, como la coordinación y el equilibrio; finalmente el tronco cerebral está más abocado a lo que son las funciones involuntarias, como la respiración. Para el funcionamiento normal de nuestro cuerpo es totalmente necesario que todas las partes, trabajen a la vez y por lo tanto no sólo un pequeño porcentaje.

No hay comentarios:
Publicar un comentario